
Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) en 1994 y la apertura comercial de las fronteras, los grupos de la delincuencia organizada se fortalecieron, lo que dio origen al Cártel de Juárez, que adquirió un gran poder al controlar el tráfico de drogas a Estados Unidos. Fue también a mediados de la década de los 90 cuando llegó el Ejército a la entidad para llevar a cabo tareas de seguridad en carreteras y puntos fronterizos, con funciones limitadas de revisión. En los años siguientes, este cártel perdió presencia en el territorio tras la muerte o detención de sus líderes, hasta que prácticamente desapareció en 2014; pese a esto, su influencia –y la de tantos otros grupos criminales– se reflejó en el espacio social en un aumento del consumo de drogas en la entidad, sobre todo entre la población joven –segmento en el que las periodistas y defensoras identifican un alto consumo de cristal–, y al mismo tiempo arraigó en la sociedad una fuerte narcocultura.